Ficción hereje para lectores castos

GIOVANNI RODRÍGUEZ.

(San Luis, Santa Bárbara, Honduras, 1980)
Estudió Letras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. Es miembro fundador de mimalapalabra y editor del blog www.mimalapalabra.com.
Durante 2007 y 2008 coeditó la sección literaria del mismo nombre en Diario La Prensa de Honduras. Leer más

sábado, 9 de mayo de 2009

Unción y "pare de sufrir"




Falta un par de semanas para que el cuarteto hereje formado por Wilmerio, Simón, Ricardo y Alfredo empiece a moverse por las calles sampedranas. En el capítulo segundo de la novelita (disponible ya en este blog; me refiero al capítulo, no a la novelita) se cuenta que Simón y Wilmerio se detuvieron una vez ante un centro religioso llamado, aparentemente, "Pare de sufrir" y se sorprendieron al leer el itinerario anunciado en una pared externa. Pues bien, lo que sigue es el hipotético diálogo entre el binomio Simón-Wilmerio y un posible trío de feligreses de esa iglesia. Digo "hipotético" porque el diálogo nunca se produjo, pero nada nos cuesta imaginarlo:

-La reunión de hoy es para la unción -dijo uno de los pálidos y pulcros muchachos.

-Unción de qué -preguntó Wilmerio.

-Unción del cuerpo con aceite para purificar el espíritu -dijo el segundo de los santos anfitriones.

-¿Qué tipo de aceite? -quiso saber Simón.

-Aceite de oliva -dijo el tercero.

-¿Del que se usa para las comidas? -siguió Simón.

-Sí -contestó el mismo.

-Ahhh -se oyó por parte de ambos.

-¿Hay que traer algún recipiente? -preguntó Wilmerio.

La Santísima Trinidad se vio sus tres caras interrogativas y al fin el segundo preguntó:

-¿Para qué?

-Para depositar el aceite, claro -contestó.

-No es necesario –volvió a decir el segundo-, la unción es solamente en la frente.

-¿Entonces la unción es con poquito aceite? –siempre Wilmerio.

-Sí –contestó la terna.

-Qué lástima –dijo Wilmerio, mientras Simón movía la cabeza, apesarado.

-¿Por qué? –preguntó la triple sacrosanta unidad.

-Hubiera sido bueno llevarse un poco para la cocina de la casa –contestó Simón.

-No, aquí sólo es la unción. A la casa nos llevamos el espíritu de Dios –aclaró el primero.

-¿Y Dios va a estar aquí esta noche? –preguntó Simón, ahora casi con un falsete que denotaba asombro e incredulidad.

-Dios siempre está con nosotros –respondió el tercero de los divinos siervos.

-¿Y con nosotros? –preguntó Wilmerio con preocupación evidente en la voz y en el rostro.

-También –contestó el trípode mental.

-Entonces nos vamos –dijo Simón -, ya que anda con nosotros.

-¿Van a venir por la noche? –se oyó de uno de los tres cristianos ilusos.

-Si Dios quiere –dijo Wilmerio, y Simón fue el primero en estallar en carcajadas ya en la calle, en donde los carros que pasaban no permitieron que su regocijo particular llegara a oídos del trío cuasi celestial.

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