Ficción hereje para lectores castos

GIOVANNI RODRÍGUEZ.

(San Luis, Santa Bárbara, Honduras, 1980)
Estudió Letras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. Es miembro fundador de mimalapalabra y editor del blog www.mimalapalabra.com.
Durante 2007 y 2008 coeditó la sección literaria del mismo nombre en Diario La Prensa de Honduras. Leer más

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Nueva reseña, de FLHenríquez


Le dije al autor de esta reseña, Fausto Leonardo Henríquez, que no comprendía muy bien su intención al decir lo que dice en las últimas líneas, pero él quería mostrarse generoso al escribirla, a pesar de que además de poeta y crítico literario, es sacerdote -y los sacerdotes son blanco fácil en algunos tramos de la novela-. Pero como aclara en este texto, la novela "no es herética en el sentido teologal", y él, que suele leer con atención, se da perfecta cuenta.

Ficción hereje para lectores castos. Giovanni Rodríguez. mimalapalabra editores. San Pedro Sula, Honduras. 2009.

Es la primera novela de este connotado joven escritor catracho. La narración, limpia y suelta, lleva al lector hacia territorios poco frecuentados. La complicidad de unos jóvenes, burlones, libres, les permite acometer aventuras divertidas y a la vez provocadoras. El autor, a caballo entre la memoria adolescente y el garbo de la juventud, hilvana la trama de Ficción hereje para lectores castos con amplio conocimiento de aquello que narra. Es ficción, pero también realidad. Los hechos narrados, adobados satíricamente con la ironía, de alguna forma reflejan el universo religioso local hondureño. Esos hechos, en suma, se convierten en argamasa de la imaginación fictiva. Esta novela de Rodríguez no es herética en el sentido teologal, sino en el orden literario. Es decir, los personajes, socarronamente, ridiculizan a los «comerciantes de la fe» y desacralizan aquello que, para muchos, tiene un sentido y ocupa un lugar capital en su vida personal y de asociación religiosa. Las ronchas pueden salir si nuestra sensibilidad olvida que estamos ante una obra de ficción. No es una novela contra la fe cristiana, sino contra falsos modelos creados en torno a ella y contra los farsantes que la han convertido en fuente inagotable de lucro. Y, claro, a la hora de chapear el brocal, también recibe sus filazos la yerba buena. Una novela entretenida para leer con fruición, para crear opinión y discutir. A mi juicio Ficción hereje para lectores castos tiene el sino que tuvo la primera obra de Gabriel García Márquez, La hojarasca; o La Ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Una comparación que no es odiosa si pensamos que el futuro de Rodríguez empezó a pasar de la ficción a la realidad.





jueves, 20 de agosto de 2009

Lectura casta de una ficción hereje

No se trata de alegrarse porque ante el examen de la crítica el libro salga bien parado sino tan sólo de que a medida que el tiempo pase surjan más lecturas atentas y despojadas de prejuicios, lecturas minuciosas y reveladoras, como esta de Sara Rolla que posteo a continuación:

Conocíamos el lado serio y metafísico -pero, afortunadamente, jamás solemne ni ruidoso- de la personalidad literaria de Giovanni Rodríguez, a través de su excelente obra lírica (le vengo siguiendo la pista desde que, hace unos cuantos años, me tocó ser jurado en varios concursos con los que se fue abriendo camino en esta selva oscura). Y no nos sorprende que en su novela recién publicada (Ficción hereje para lectores castos, Edit. mimalapalabra) muestre, como lo han hecho tantos grandes autores (Quevedo, paradigmáticamente), su vena humorística, la que se corresponde en forma tan natural con su carácter (sonrisa siempre en ristre e ingenio socarrón a flor de labios, como buen santabarbarense).
Celebramos la aparición de esta obra, que viene a confirmar que la narrativa hondureña de calidad no está muerta y que sigue asociada a una visión crítica y desmitificadora del ámbito nativo, mediante el filtro lúdico (Bähr, Escoto y Castillo son categóricos antecedentes).

El ánimo carnavalesco es notorio, pero no fluye en forma caótica sino muy controlada. Corre por cauces un tanto clásicos, aunque el ingenioso juego autoral que culmina en el “post scriptum” y las sutilezas intertextuales muestran el entronque con la mejor narrativa contemporánea.

Tanto en lo idiomático como en lo estructural, el texto está concebido y balanceado con extrema prolijidad, con un habilidoso aprovechamiento de recursos consagrados por la novela tradicional, como los paratextos empleados en el encabezamiento de los capítulos, de grata recordación para el lector inveterado del género.

Un juego estructural en clave cervantina preside la novela: el narrador es, en realidad, “editor” de un texto anónimo que ha llegado misteriosamente a sus manos. Y ya el título mismo anticipa dos elementos nucleares: la autorreferencialidad (se anuncia como “ficción” –no pretende crear una ilusión de vida- ) y el carácter burlesco (al caricaturizar tanto al texto como al lector).

De entrada, como vemos, irrumpe en la obra el juego metatextual. En el prólogo, el relator se “desentiende” de la autoría y deja flotando la duda sobre la misma, situación que anuda el inicio con el fin de la novela (el prólogo con el epílogo). Pero no sólo la autoría está en entredicho -las hipótesis en este sentido desembocan sorpresivamente en el excelente “post scriptum”-, sino también la verosimilitud de lo narrado: “vida ficticia o real”, “información o ficción” son los interrogantes que, apuntados en el prólogo, recorren la lectura de inicio a fin.
Por cierto, el plano de “lo real” asoma como un guiño a los conocidos del autor, cuando el “editor” de la historia menciona que fue empleado de la Secretaría de Cultura en el solar nativo, con lujo de referencias (año y cargo). Y también se pueden reconocer varios individuos y rincones del ámbito local en los que se basan los personajes y ambientes de la ficción.
Humor fino y grueso, irreverencia y naturalidad expresiva campean en esta novela, en la que el tono corresponde a la intención paródica. Hay un parentesco, consciente o no, con la picaresca. El tema del hambre, clásico del género, se destaca, junto al simbólico olor a mierda, en las brillantes páginas finales. Como en las grandes novelas de esa corriente, el texto pone, decididamente, el dedo en la llaga de una sociedad hipócrita.

En la trama de la obra hay una especie de “retrato del artista adolescente” en clave jocosa y múltiple. Por momentos, puede impresionar como una ficción un tanto ligera y frívola; pero, en definitiva, revela su condición de mascarada que deviene en una crítica feroz, de estirpe erasmista, de un territorio minado: el de la poderosa “industria de la fe”.

La experiencia de muchas y buenas lecturas y el oficio poético con sus exigencias de rigor expresivo abonaron el camino de esta primera novela de Giovanni Rodríguez. Su inicio en el género es más que auspicioso, y quedamos esperando más.

San Pedro Sula, 24 de junio de 2009

lunes, 20 de julio de 2009

Presentación en el Museo de Antropología e Historia

Justo el día en que las Fuerzas Armadas retenían el material para la encuesta sobre la cuarta urna y Mel Zelaya, acompañado de una multitud, llegaba a reclamarlo, se realizó la presentación de FHLC en el Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula. Llegaron pocas personas, me dicen, unas 25, lo cual se debió seguramente al temor generalizado de que con las manifestaciones a favor o en contra de la iniciativa de Mel las calles del centro de San Pedro se volvieran peligrosas. Pero la presentación se realizó de todas maneras. También Murvin Andino presentó su primer libro de poesía, Corral de locos, así que se habló tanto de la poesía de Murvin como de mi novelita. Como yo no podía estar presente, les envié a Gustavo y Ricardo este vídeo de ocho minutos en el que aparezco, con unas cuantas cervezas en la cabeza, hablando sobre el libro.


lunes, 22 de junio de 2009

Puntos de venta y próximas presentaciones

Ya la representante de la editorial inició la distribución de los ejemplares herejes en las principales librerías del país. Hasta el momento son seis las librerías que ofrecen la novela pero próximamente llegará también a Siguatepeque y Comayagua (en mi natal San Luis se pusieron a la venta en algunos establecimientos desde la semana pasada). Les dejo a continuación la lista de los puntos de venta de Ficción hereje para lectores castos:

Tegucigalpa: Librería Cervantes

El Progreso: Librería La Confianza

San Pedro Sula: Librerías Caminante, Liser, Coello y Navarro


La presentación en Klein Bohemia tuvo todos los ingredientes que esperábamos que tuviera: cervezas, mi cara desvelada y un poco aturdida por la ingesta de unas horas antes, los amigos de siempre y el carácter informal. Sirvió para comprobar que el formato videoconferencia es factible para este tipo de eventos, para saludar en vivo y en directo a la gente que llegó y para echarme un monólogo improvisado sobre el libro. Gracias a la gente de Klein Bohemia por la oportunidad. Mi noche del domingo estuve platicando con Ricardo, Benjamín y Gustavo en el programa de Radio Uno "La máquina de hacer pájaros". Ahí, durante una hora, volvimos a hablar del libro, de Honduras y de los proyectos de mimalapalabra. Gracias a ellos y a Radio Uno.
La próxima presentación de la novela tendrá lugar el jueves 25 de junio a las 7:30 P.M. en el Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula. Enviaré a Ricardo y Gustavo un video de presentación de unos 10 minutos de duración, que podrá apreciarse en la pantalla gigante del equipo audiovisual de la Dirección Regional de Cultura, y a la hora de las preguntas y los comentarios (si los hubiera) me comunicaré vía telefónica con ustedes. Agradecimiento entonces a Teresa de Pastor y sus colaboradores del Museo y a la gente de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes. En esta ocasión se presentará también el libro de poesía Corral de locos, de Murvin Andino, primer título de la editorial mimalapalabra.

jueves, 18 de junio de 2009

De simulacros de crítica y mujeres vigilantes

Hoy apareció la primera crítica a Ficción hereje... ¿Dónde? en el blog Metáfora y bajo el título "De herejías ficticias y simulacros literarios". Mala, por cierto. Mala para el libro, digo. O sea que en cuestiones de crítica, nos levantamos con la zurda. Y eso que apenas es una "introducción" de Jorge (Martínez), su autor, lo que sugiere que han de venir más leñazos próximamente. ¡Uyuyuy! Yorch considera, entre otras cosas, que "la enorme expectativa" generada por el prólogo de Hernán Antonio Bermúdez se desvanece con la lectura de la novela, que no hay "conectividad con el concepto mismo de herejía" (aunque más adelante aclara que "no se trata de una preocupación sociológica o antropológica" de su parte), y que, en definitiva el texto "huele a mierda". Seguiremos disfrutando en lo sucesivo de reacciones como ésta luego de la lectura de la novela; es parte de lo presupuestado. Incluso es parte de lo presupuestado que Yorch primero diga una cosa y luego, bajo la mirada vigilante de su mujer, diga otra. ¡Vaya poder el de las mujeres!
15:43 Yo: Jorge sos vos o tu mujer?
15:44 jorge: Que tal Giovani
15:45 soy yo, mi mujer está dormida
Yo: "mi mujer c`est moi"
15:46 jorge: ja ja jua...ya leí tu libro...espero comprarlo en la libreria...
Yo: ah puta, qué rápido
15:47 jorge: gustaco me prestó el domi...necesitaba preparar una preentación en el blog
Yo: ah, ok, gracias, aunque no sé si vendrán pijazos.
15:48 jorge: No lo creo...es una propuesta nueva, escrita con claridad y mucha imaginación, incluso, como pieza testimonial de cierta tribu urbana....
15:49 Yo: oíme, pronto tendremos listo el sitio web para la revista y la editorial mima. mi idea es que en la revista publiquemos reseñas de los libros que se vayan publicndo en el país
jorge: me alegro...tu trabajo es muy estimulante..
15:50 Yo: gracias
(Chat entre el autor de la novela y el autor de la crítica el 15 de junio de 2009, cuando la mujer del segundo estaba "dormida")

La llamada de N


Carlos Rodríguez dejó hoy en mimalapalabra este "episodio telefónico" protagonizado el día anterior con "el poeta N", quien lo llamara para consultarle algo relacionado con la publicación de esta novelita hereje:

Almuerzo, si se le puede llamar así a tres piezas de Pizza Hut, a dos vasos de té y a un pan de ajo. Regreso a la chamba para cerrar las notas asignadas. Cerca de las tres de la tarde de este 17 de junio recibo una llamada del poeta N. Me pregunta si el autor de Ficción hereje para lectores castos está en la ciudad y si estará en el "antro" (se refiere a Klein Bohemia) donde se presentará el libro.
- No, N. El autor sigue en España pero, aunque usted no lo crea, estará presente a través de una conexión de internet.
- Entonces no voy...
- Pero estará Simón, Ricardito, Sarita, y le mencioné otros nombres sin saber si en realidad llegarán este 19 de junio a ese sitio...
- Los mismos de siempre -me interrumpió.
Me quedé callado.
- Mejor compro el libro. Hoy lo miré en librería Caminante. Además, esa zona de Klein es peligrosa y ese lugar ya no es como antes...
No dije nada.
- Mejor voy a esperar a ver qué dicen los que lean el libro y entonces lo compro.
- ¿Por qué esperar? -Le dije a N. Mejor cómprelo, lo lee y usted mismo decide si es "bueno" o "malo".
- Es que me gusta primero oír la opinión de otros para comprar un libro.
- Creo que lo mejor es leerlo uno mismo -insistí con mis buenos modales. Además, no creo que valga quinientos lempiras.
- No -dijo N. Me parece que lo tienen a 175 pesos y el título me gusta, dan ganas de comprarlo. También me dijeron que se trata de unos chavos que secuestran a Misael Argeñal. Pero no sé si será bueno.
Pensé en colgar pero, como era él quien había marcado mi número celular, decidí -para vengarme de este homo dundis hondurenis- darle largas a la conversación.
- Pero le aseguró que no es como los secuestros de los libros de M, le dije para picarlo.
- Y qué tiene que ver M en esto. Eso es lo que no me gusta de ustedes. Tal vez M no escribe bien todavía y le falta mucho para ser un gran escritor pero es uno de los más vendidos -respondió en tono fuerte.
- Pero más vendido no significa calidad, ¿cierto? Acuérdese de Coelho. Compre el libro de G, compa.
- No. Mejor voy a esperar a ver qué dicen quienes lo lean.
- Bueno, entonces vaya a la presentación que habrá en el museo de antropología el otro viernes. También Murvin va a presentar Corral de locos...
- ¿Para qué? Para ver a los mismos. Además, ya no asisto a ese tipo de eventos.
- ¿Ya se volvió Saraviano?
- No, es que mejor dedico ese tiempo a escribir. Además, ustedes sólo llegan para burlarse de los demás.
Me cansé de N. Aunque era él quien gastaba dinero en una plática sin sentido, yo me estaba convirtiendo en el estúpido. Me despedí de N. Cuando G vivía en San Pedro Sula le prestó a N algunos libros. N aún se cree poeta. El efecto N se propaga en la ciudad. Ficción hereje para lectores castos parece un título atractivo a los lectores N, pero no dan el paso -ni el pisto- porque esperan que otros opinen por ellos. En realidad, creo que N no asistirá a ninguna presentación de Ficción hereje... porque, ¿a quién le dirá que le regale el libro? N colecciona libros autografiados, pero si G estará conectado vía internet desde España, ¿cómo le pondrá la firma al libro que le regale a N?
De todos modos, creo que Ficción hereje para lectores castos no será una historia interesante para tipos como N. ¿Por qué? Porque dónde está la enseñanza, la fábula moral o esa lección positiva que debería dejar en la vida de un ser humano la lectura de un libro. Es imposible no sentir cólera al hablar con un lector N. El efecto N se ha convertido en pandemia.

miércoles, 17 de junio de 2009

Afiche con la agenda

Diseñado también por Bayron Benítez, el afiche de la ilustración contiene la agenda hereje con las primeras presentaciones de la novela que ya había adelantado en este blog.

Nota en La Prensa

Hoy, bajo el título "Relato de una historia hereje", aparece en diario La Prensa la primera nota sobre mi novela, con unos apuntes biobibliográficos del autor (me celebro y me canto a mí mismo), unas líneas del prólogo de Hernán Antonio Bermúdez: “Con esta novela, Rodríguez airea y revitaliza el lenguaje novelístico de Honduras”, y una invitación a la primera de las presentaciones al público: Klein Bohemia, viernes 19 de junio, 9:00 P.M., en formato videoconferencia. Pero lo que más me ha llamado la atención en la nota es un comentario al pie dejado por un lector del diario en su página web que dice:

"Aún no comprendo la trama del libro, como escéptico que soy, me gustaría saber del mismo, muchas veces a los escépticos se nos tilda de herejes, pero "nada que ver", simplemente somos indiferentes ante los diferentes dogmas y creencias religiosas, mi tendencia es hacia el agnosticismo, y como tal, dejo abierta la posibilidad de DIOS dentro del TODO Universo, desde una perspectiva racional y empíric..." (sic).
Esperamos que el librito continúe despertando la curiosidad de esta manera o de cualquier otra.
Gracias a Carlos y a La Prensa por la nota.
Les recuerdo que la siguiente cita será en Radio Uno el domingo 21 de junio a la 1:oo P.M., en el programa "La máquina de hacer pájaros". El enlace aquí: http://www.radiouno830.es.tl/. Y la frecuencia: 830 AM.

lunes, 15 de junio de 2009

Primeros ejemplares en Librería Caminante


El ejemplar que ven en la fotografía (me refiero al libro, no al portador) es el primero de mi Ficción hereje para lectores castos que salió de las cajas enviadas desde Tegucigalpa por la gente de Litografía Iberoamericana. Como informé la semana pasada, los ejemplares ya están en San Pedro Sula y, según acaba de confirmarme nuestro agente literario Ricardo Tomé (el de la foto, con cara de engomado y recién afeitado), ya se pueden adquirir en la Librería Caminante, ubicada en la 10 Avenida, 4ta. Calle, N.O., Bo. Guamilito, esquina opuesta a Multicines Plaza de Sula. En el transcurso de la semana la representante de la editorial colocará ejemplares en el resto de las librerías sampedranas y de otras partes del país, pero por el momento sólo Caminante podrá ofrecerlos.
Para más información, llamar al teléfono de la librería: 557-5910 ó ingresar a su web: http://libreriacaminante.com

sábado, 13 de junio de 2009

Agenda hereje para los próximos días


Todavía no sé si nuestros agentes literarios han hecho efectiva la distribución de los primeros ejemplares de mi novelita en las librerías sampedranas, pero en el caso de que no y (ustedes, los futuros lectores) tengan que dilatar la espera, les dejo a continuación una breve lista de lugares y de ocasiones en que estaremos presentando Ficción hereje para lectores castos (Ricardo y Gustavo al mando, y yo, vía internet en pantalla gigante):

-Viernes 19 de junio, 9:00 P.M., Klein Bohemia, San Pedro Sula.

-Domingo 21 de junio, 1:00 P.M., Radio Uno, San Pedro Sula, programa "La máquina de hacer pájaros".

-Jueves 25 de junio, 7:30 P.M., Museo de Antropología e Historia, San Pedro Sula.

-Jueves 9 ó viernes 10 de julio, Biblioteca Nacional, Tegucigalpa, junto a Murvin Andino, quien también presentará Corral de locos, su reciente libro de poesía y primer título del proyecto editorial mimalapalabra.
Como pudieron observar, la última presentación tiene fecha pendiente de confirmación, pero a las tres primeras ya pueden apuntarse. Les seguiremos informando en el transcurso de la semana. Hasta la vista.

lunes, 8 de junio de 2009

FHLC, esta semana en las librerías


Claudia Artica, de Litografía Iberoamericana, encargada de la impresión de mi Ficción hereje, me informa que mañana martes 9 de junio los ejemplares estarán en San Pedro Sula, de manera que mi agente literario Ricardo Tomé y la relacionadora pública de mimalapalabra Hansy Estrada, con el apoyo de mi little brother Carlos Eduardo, colocarán los primeros ejemplares en las librerías de la Costa Norte. Por el precio, no se preocupen, el costo será equivalente a una visita en pareja al ya desaparecido cine Tropicana (más palomitas y frescos) y un latté para comentar la película en el mítico Expresso Americano del parque central.

martes, 26 de mayo de 2009

Primeros pasos herejes

(Versión medio corregida y aumentada)

Finalmente, no creo que vayamos a preparar el vídeo hereje tal como lo pretendíamos. Problemas de logística, les llaman. Pero nada me ha impedido, con todas las limitaciones del inexperto que soy en estas vainas, jugar un rato en Picasa y juntar algunas escenas sampedranas con la música de Tom Waits.

Satanael Aguilar

"Se verán cosas". dice La Biblia.


Sigo con los bocaditos de la novela, para que vayan picando, y esta vez le toca al personaje que, según el verdadero autor de esta historia, colmó la paciencia de Los Herejes. En la novela se cuenta completita su vida, desde su nacimiento hasta convertirse en el líder religioso más importante de "este país en donde todo se hunde", pero aquí sólo les dejo las primeras líneas de presentación:

El oscuro personaje había surgido de las misteriosas entrañas de la idiotez popular. Su nombre: Satanael Aguilar. Ocupación: pastor de iglesia. Apelativo: El Apóstol.

Llegó a congregar a un promedio de diez mil personas cada domingo en un inmenso salón techado que parecía depósito de aviones. Ahí funcionaba su iglesia, a la que él llamaba “El Ministerio”.

Su popularidad fue en ascenso desde el día en que cumplía sus treinta y tres años y casi le arrebató el micrófono al pastor de turno de la modesta iglesia a la que entonces asistía para pronunciar un almibarado discurso en el que propuso –cual eclesiástico revolucionario- reformar las estructuras de la iglesia para ayudarla a incrementar su poder y así lograr una participación más directa y efectiva en los asuntos nacionales, no sólo espirituales sino también, por qué no, políticos.

Su discurso, para qué decirlo, resultó un tanto anacrónico, pues lo único que se pretendía en el momento en que el pastor le soltó el micrófono era decir una oración y después cantar unas dos alabanzas por motivo de la conmemoración de su natalicio. Sin embargo, supo surtir en los oyentes (unos trescientos fieles) el efecto que se proponía. En adelante el mismo pastor le cedía un espacio de su tiempo en el púlpito para que repitiera su arenga y pronto llegó a considerársele como el candidato idóneo para sucederlo en la jefatura eclesiástica. Y así, un veinticinco de diciembre, el concilio de ancianos de la iglesia lo nombró pastor de ese rebaño ávido de su voz.

viernes, 22 de mayo de 2009

Índice hereje

Había olvidado dejar aquí el ÍNDICE de mi Ficción hereje. Pero no es tarde. Los correspondientes números de página estarán disponibles, of course, en la edición impresa. Les va:

HEREJÍAS Y OTRAS HIERBAS. Hernán Antonio Bermúdez
PRÓLOGO
UNO. Donde el narrador habla de manera bastante general de los protagonistas de esta historia y sus proyectos herejes
DOS. Donde se da cuenta de la primera aparición de Los Herejes en el templo del Señor
TRES. Donde se narra la vida de Wilmerio Alberto Rivas Rivera, ingeniero de planta en una maquila, quien demostró desde joven sus inclinaciones por la práctica de la herejía
CUATRO. Donde se habla de la herejía de Ernesto y Alfredo en un autobús de la ruta urbana
CINCO. Donde se narra la infancia y juventud de Gustav Simón Detest, su especial amistad con Gladisita y los motivos que lo impulsaron a la herejía
SEIS. Donde el autor hace algunas reflexiones sobre su propia existencia y refiere la manera en que decidió embarcarse en la escritura de estas páginas
SIETE. Donde se narra una parte de la vida de Ricardo Ernesto Guevara, de cómo conoció a La Puta Devota y su posterior adhesión a las huestes herejes
OCHO. Donde se habla de la entrada de Los Herejes al Ministerio con la firme intención de aceptar a Cristo como su Salvador Personal
NUEVE. Donde se cuenta la historia de Alfredo José Gamero López, periodista, con su amiga la china-rusa, quien le enseñó con sutiles maneras que no hay que ser tan santo en la vida, y por último, sus experiencias eróticas con La Guernica
DIEZ. Donde se resume la manera en que cada uno de los protagonistas de esta historia se convirtió en hereje y de la ocasión en que se conocieron y se hicieron amigos
ONCE. Donde se refiere la aparición de Satanael Aguilar en el Ministerio y la manera en que se erigió como líder plenipotenciario
DOCE. Donde se hace un recuento de las lecturas de los cuatro muchachos herejes
TRECE. Donde se refiere todo lo relacionado a un plan de secuestro, a los mensajes que Los Herejes escribieron en el edificio del Ministerio, el revuelo que esto causó, y finalmente, a la razón del nombre Satanael
CATORCE. Donde el autor da fin a la curiosa historia de Los Herejes con un episodio desafortunado en una noche de lluvia
EPÍLOGO
FLASH BACK (Post scriptum)

miércoles, 20 de mayo de 2009

Alfredo José Gamero López

Imagen del supuesto personaje aludido.

Alfredo José Gamero López, el cuarto y último de los personajes principales de esta historia, nos es presentado en este capítulo a su llegada a Tegucigalpa:
Alfredo nació en una casa pobre allá en el oriente del país, en un pueblo escondido entre montañas de espesa vegetación y riachuelos de aguas cristalinas. Su casa era sencilla, ya lo hemos dicho, de paredes de adobe revocadas con cal, techo de teja, suelo de tierra apisonada y letrina en lugar del tradicional retrete. Quizá a estas dos últimas características de su modesta casa se debían las detestables costumbres de escupir en el piso y de orinar en el retrete sin levantar la tapa que sus amigos le reprochaban constantemente. Pero no es esto el análisis de las costumbres de un individuo llamado Alfredo, sino más bien la historia de cómo llegó a convertirse en aficionado y practicante de la herejía. Sigamos entonces.

A los diecisiete años salió de su pueblo con rumbo a la capital con la firme intención de cambiar el mundo. Ya no eran los tiempos aquellos en los que la juventud creía que había siempre solución para todos los desmadres de la sociedad, pero a Alfredo no se le podía exigir entonces que renunciara así como así a sus primeras manifestaciones de humanismo en la vida y por eso es que al nomás llegar a ese antiguo pueblo de mineros lo primero que hizo fue buscar afiliarse al cuerpo de socorristas voluntarios de la Cruz Roja.

Pero no se le hizo el sueño de ayudar a la gente a través de los primeros auxilios. Un negro corpulento que se presentó con el nombre de Jacinto Crisanto y con el cargo de jefe de personal de la base uno de la benemérita Cruz Roja Hondureña le dijo que no había aún fecha establecida para el próximo curso de primeros auxilios para jóvenes aspirantes a socorristas voluntarios y que además en ese momento había una “sobrepoblación de elementos”, lo cual eliminaba cualquier posibilidad de que pudieran aceptarlo por lo menos en los próximos seis meses.

Así que mientras llegaba el final del semestre que el imponente jefe de personal de la base uno de la benemérita le había impuesto como plazo de espera, se inscribió en la Universidad Nacional Autónoma en la carrera de lenguas extranjeras, la que, consideraba, le permitiría en el futuro tener un mayor y efectivo contacto con las distintas culturas del mundo.

Entonces se topó en una de las paredes del edificio en donde recibía las clases generales con un anuncio acerca de un grupo ecologista de nombre “Aire puro”, y de inmediato apuntó el número telefónico y la dirección de su sede...

lunes, 18 de mayo de 2009

Ricardo Ernesto Guevara

El personaje y su Port Royal.

Hoy le toca a Ricardo Ernesto Guevara y el inicio del cuento de su primer amor:

Ricardo, a pesar de llevar a cuestas además del nombre también el apellido Guevara del famoso guerrillero, renegaba de la doctrina marxista y decía odiar a todos aquellos que en estos tiempos todavía creían que la revolución era la solución a los problemas nacionales. Odiaba sobre todo a esos ilusos militantes de la idiota izquierda que se dejaban crecer la barba y se ponían camisetas con el argentinito ese sosteniendo fálicamente un habano en su boca.

Quizá por esta aversión que, no obstante su nombre, resultaba paradójica, Ricardo se había convertido en un asiduo cliente de los restaurantes gringos de comida rápida, en un comprador compulsivo de la ropa de marca americana y en un entusiasta bebedor de la única cerveza nacional con nombre en inglés: Port Royal.

A Ricardo le resultaba difícil aceptarlo pero quizá el hecho de que entonces viera en la herejía la vía ideal para canalizar su odio y su ira contra el mundo se debía a que un día hubo de conocer a una especial mujer. Pero no era sólo una mujer, era una prostituta, sí, una puta, una ramera, una meretriz, una golfa, una hetaira, una vagabunda, una callejera, una andadora, una aventurera, una auténtica mujer de la más baja calaña, de las que tienen como ars vitae el placer siempre a cambio del dinero, pero una puta hermosa al fin y al cabo, la mejor de las putas con las que Ricardo se había cruzado en toda su vida. Y además de eso, de ser puta, aunque parezca increíble, era también una evangélica devota. Y era esto lo que atraía al muchacho.

sábado, 16 de mayo de 2009

Gustav Simón Detest

Pintura de Egon Schiele.

A Simón, nos cuenta el verdadero autor de esta historia hereje, le ocurrió algo muy importante a sus ocho añitos: tuvo su primera experiencia erótica en la vida, y eso, al parecer, lo marcó para siempre. Leamos un fragmento en el que el anónimo narrador de sus aventuras nos lo presenta como un aplicado aprendiz de pornógrafo:
Pasarían los años y Simón seguiría creciendo, y con él aquella semillita de perversión sembrada prematuramente por Gladisita desde sus ocho añitos. Poco a poco se fue haciendo de diversos insumos de la pornografía que, lejos de satisfacer sus obsesiones las multiplicaban, al grado de acostumbrarse con la más absoluta calma a la diaria doble y hasta triple masturbación. Coleccionaba naipes, revistas, contraportadas de un periódico los domingos, en donde aparecían chicas con cuerpos esculturales en diminutas prendas bajo el título sugerente de “El bombón dominical”, y otras cosas igualmente ilustrativas para los fines del muchacho. Fue el tiempo en que le dio también por empezar a escribir poesía. Escribía largos poemas ambientados indistintamente en los tiempos de Sade o en los actuales, en los que describía, valiéndose generalmente de hipérboles, escenas con alto contenido sexual.

A la par de esta obsesión por la sexualidad que, hay que decirlo, nunca llegó a conocer a cabalidad (sus escarceos con Gladisita nunca llegaron a tanto), se dedicaba a leer cualquier tipo de información acerca del tema, lo que, lógicamente, supuso el inicio de la conciencia de lo irrelevante que resultaban los principios morales inculcados en la familia, a favor de la libertad absoluta de sus fantasías.

Llegaba Simón a imaginar incluso, durante sus ratos de privacidad, a su propia hermana mayor en posiciones nada decorosas sobre su cama, desnuda y sin esa manía irrefrenable de hablar impunemente en todo momento y lugar. La imaginaba silenciosa, sumisa, con sus grandes pechos balanceándose a cada sacudida que él pudiera provocarle, hasta que alguien, su madre, su hermanito, quizá su misma hermana, venía a tocarle la puerta del cuarto para pedirle algo o encargarle alguna detestable tarea doméstica.

jueves, 14 de mayo de 2009

Wilmerio Alberto Rivas Rivera

Para animar estos días previos a la aparición de mi Ficción hereje se me ha ocurrido ir presentando a algunos de los personajes principales. Empiezo hoy con un fragmento que permitirá conocer un poco a Wilmerio Alberto Rivas Rivera, estudiante primero de filosofía y más tarde de ingeniería industrial, carrera de la que se graduó y con la que consiguió un trabajo de inspector de planta en una maquiladora de ropa femenina, aunque finalmente optó por la enseñanza de las matemáticas en institutos de secundaria, según cuenta el verdadero autor de esta historia:
...A medida que el muchacho fue creciendo, la duda acerca de la existencia de Dios también crecería, y se mantendría vigente. Llegaría incluso, durante los años de su adolescencia, a fortalecerse, hasta desembocar en precoces conclusiones que ofrecían a todos aquellos que como él andaban por el mundo las respuestas exactas y definitivas acerca del mayor dilema en la historia de la humanidad.

Las persuasivas exposiciones orales que Wilmerio practicaba con sus compañeros de colegio no fueron, sin embargo, aceptadas por la mayoría de ellos, unos por el fuerte arraigo de sus principios cristianos inculcados en casa y llevados en el cerebro como un tatuaje indeleble y otros por un escepticismo paralelo al suyo, que si bien apuntaba a la no aceptación de los dogmas cristianos, tampoco reconvenía con sus teorías extremas, lo cual lo situaba, en medio de aquella cincuentena de adolescentes, como una figura que despertaba la desconfianza, la envidia e incluso la competencia intelectual en la mayoría, y como un héroe al alcance de la mano para una minoría deprimente.

Más tarde, cuando entrara a la universidad, su profesor de la clase de filosofía, ante sus frecuentes intervenciones para ponderar la inexistencia de Dios, le diría, ante el regocijo de todos sus compañeros de clase, la mayoría fervientes seguidores de las doctrinas cristianas, que el suyo no era más que un ateísmo de colegio, de ciclo común, para ser precisos, amparado solamente por algunas lecturas incipientes antes que en el profundo pensamiento adquirido por la humanidad a lo largo de toda la historia universal.

Toda la motivación acumulada durante los años previos conducentes a la concreción de su aspiración de convertirse en filósofo se vino abajo en los mortales cinco minutos que duró el regaño de su profesor, y decidió abandonar la clase y el período entero, sumido en una profunda depresión de la que por fortuna pudo recuperarse unas semanas después, reaccionando a tiempo para tramitar, antes que acabara el plazo, su carnet de lector en la biblioteca. Así que el tiempo disponible luego de la salida de su trabajo lo utilizaba para leer los viejos mohosos libros de filosofía disponibles en la biblioteca.

lunes, 11 de mayo de 2009

La prueba del delito

Estamos en la fase previa al tiraje de los ejemplares de mi Ficción hereje. Bayron, desde Austin, Texas; Gustavo, desde San Pedro Sula; la gente de Litografía Iberoamericana en Tegucigalpa y yo desde este pueblo dalineano. Cuesta un guevo esto de hacer libros, pero es divertido. Como el libro se está armando en Honduras y yo no puedo estar presente en todo el proceso, Gustavo me mantiene al tanto de todo lo que va surgiendo en el camino, como podrán ustedes comprobar en este video. Les presento entonces el ejemplar de prueba de mi novelita, algo así como la prueba de lo que muchos lectores considerarán un delito mío, con las observaciones de Gustavo (que se las comenta a Junnior) para las pequeñas modificaciones que habrá de sufrir en los próximos días.

sábado, 9 de mayo de 2009

Unción y "pare de sufrir"




Falta un par de semanas para que el cuarteto hereje formado por Wilmerio, Simón, Ricardo y Alfredo empiece a moverse por las calles sampedranas. En el capítulo segundo de la novelita (disponible ya en este blog; me refiero al capítulo, no a la novelita) se cuenta que Simón y Wilmerio se detuvieron una vez ante un centro religioso llamado, aparentemente, "Pare de sufrir" y se sorprendieron al leer el itinerario anunciado en una pared externa. Pues bien, lo que sigue es el hipotético diálogo entre el binomio Simón-Wilmerio y un posible trío de feligreses de esa iglesia. Digo "hipotético" porque el diálogo nunca se produjo, pero nada nos cuesta imaginarlo:

-La reunión de hoy es para la unción -dijo uno de los pálidos y pulcros muchachos.

-Unción de qué -preguntó Wilmerio.

-Unción del cuerpo con aceite para purificar el espíritu -dijo el segundo de los santos anfitriones.

-¿Qué tipo de aceite? -quiso saber Simón.

-Aceite de oliva -dijo el tercero.

-¿Del que se usa para las comidas? -siguió Simón.

-Sí -contestó el mismo.

-Ahhh -se oyó por parte de ambos.

-¿Hay que traer algún recipiente? -preguntó Wilmerio.

La Santísima Trinidad se vio sus tres caras interrogativas y al fin el segundo preguntó:

-¿Para qué?

-Para depositar el aceite, claro -contestó.

-No es necesario –volvió a decir el segundo-, la unción es solamente en la frente.

-¿Entonces la unción es con poquito aceite? –siempre Wilmerio.

-Sí –contestó la terna.

-Qué lástima –dijo Wilmerio, mientras Simón movía la cabeza, apesarado.

-¿Por qué? –preguntó la triple sacrosanta unidad.

-Hubiera sido bueno llevarse un poco para la cocina de la casa –contestó Simón.

-No, aquí sólo es la unción. A la casa nos llevamos el espíritu de Dios –aclaró el primero.

-¿Y Dios va a estar aquí esta noche? –preguntó Simón, ahora casi con un falsete que denotaba asombro e incredulidad.

-Dios siempre está con nosotros –respondió el tercero de los divinos siervos.

-¿Y con nosotros? –preguntó Wilmerio con preocupación evidente en la voz y en el rostro.

-También –contestó el trípode mental.

-Entonces nos vamos –dijo Simón -, ya que anda con nosotros.

-¿Van a venir por la noche? –se oyó de uno de los tres cristianos ilusos.

-Si Dios quiere –dijo Wilmerio, y Simón fue el primero en estallar en carcajadas ya en la calle, en donde los carros que pasaban no permitieron que su regocijo particular llegara a oídos del trío cuasi celestial.

lunes, 4 de mayo de 2009

El ateísmo manso

Manifestación de la Unión de Ateos y Libres Pensadores de Cataluña, el pasado 12 de enero en Barcelona. Fuente: EFE.


Se ha editado un libro en Colombia, con el título Manual de Ateología, que reúne el testimonio de 16 personajes colombianos que explican por qué no creen en Dios. Hernán, prologuista de mi Ficción hereje y gran lector de Héctor Abad Faciolince, me envía parte del texto de este último incluido en el libro. Entre otras cosas, el escritor colombiano nos recuerda que Borges "se murió recitando el Padre Nuestro en Anglosajón (en inglés antiguo), no porque creyera en los conjuros del rezo, sino por las virtudes de serenidad que tienen las palabras rítmicas cuando están bien escritas". Yo, les dejo aquí tan sólo el inicio, pero pueden leer el texto completo de HAF en este enlace.

Dice:
En la adolescencia, cuando leyendo a Russell, discutiendo con mis amigos y pensando solo resolví que ya no volvería a creer en Dios, tuve momentos de lucha interior, incluso de agonía. Dejar de creer en Papá Noel, en el Purgatorio o en la Virgen María no era muy difícil. Pero renunciar a creer en el ser más poderoso que se pudiera imaginar, en la idea más grande que me habían inculcado mi madre, mi abuela y mis maestros desde pequeño, no era tan sencillo, si bien mi padre, que era agnóstico, me hubiera dicho siempre que no sabía si Dios existía o no y que según la hora o el día se inclinaba por una cosa o por la otra.

martes, 14 de abril de 2009

Las maneras cristianas, según Vagabundo





Leo en el blog Ciudad Zorzal este texto que habla de la experiencia de un ciudadano "vagabundo" en la Catedral de San Pedro Sula. Muy divertido:

Vagaba por el centro de San Pedro Sula y sentí el llamado divino. Me acerqué a la catedral. No se si alguien más se atreva a decirlo, pero la catedral apesta, sí… digo que la catedral apesta literalmente. Iba caminando por la primera calle y cuando llegaba a la catedral observé un árbol de indigentes. No era un árbol de cuervos, era un árbol de indigentes. Me exigieron peaje, yo sabía que no era obligatorio darles algo. Entonces uno comenzó a orinarme desde una rama y los demás chillaban como monos. La catedral y yo apestábamos a orines, todo por no darles un mugroso lempira. Apliqué mal lo del opio del pueblo y otras pajas con respecto a la caridad y la moral y la religión y los botes de resistol, mierda, que imbécil soy. Decidí no entrar a la iglesia.

Al siguiente día con mi ansia religiosa todavía latente por fin entré a la catedral. Llevaba el periódico, me senté en una banca y me puse a leer. No tardó en llegar el encargado a llamarme la atención. Me dijo que estaba prohibido leer el periódico dentro de la iglesia. Le dije que el sol ya estaba insoportable y que no veía nada malo en lo que estaba haciendo, como siempre. Se lo que piensa del asunto estimado lector. Que soy un insensible, un idiota que no se fija, pero créame, necesitaba probar la cristiana paciencia de alguien.

Me dijo que estábamos en la casa del señor, que era incorrecto mi lectura mundana. Me dijo que en la casa del señor no se permitían tales cosas, me exigió respeto, mencionó que tampoco se permitían parejas expresándose caricias o besándose en la catedral. Me dijo que debía llamarme la atención ya que ese era su trabajo. Yo insistí en que me argumentara el por qué, la razón por la cual alguien no debía leer el periódico en la iglesia, le dije que yo estaba tranquilo y en silencio, que no estaba gritando o blasfemando. Él me dijo que esas eran las reglas. Entonces yo le dije que no las entendía. Me sorprendió, pues me dijo que “Mala Suerte Entonces” decididamente había perdido su cristiana paciencia. Entonces yo lo miré y con una sonrisa irónica le dije que talvez el ejercicio de leer el periódico en la catedral pudiera ser el más cercano a una verdadera reflexión. Me vestí de una hipócrita virtud y le mostré la portada del periódico, yo reflexiono, leo y reflexiono y le hago preguntas a Dios…

Pero continué. Si usted cree que Dios creó al hombre y a la mujer debe entonces ver que un beso en la iglesia es algo sagrado y profundo, algo que puede llevar a un éxtasis divino. Lo que significa que Dios creo el pene y la vagina de la mujer. Los ojos se le incendiaron y me arrebató el diario y me dijo que me largara de una buena vez. Yo le dije que era un alma atormentada que buscaba paz, le conté lo del indigente y le dije que mejor agarrara un trapeador y un bote de asistín sabor uva. Él me dijo que llamaría a alguien más y me sacarían a la fuerza. Exigí hablar con el sacerdote, le dije que me sentía indignado. Además, le dije, necesito saber la opinión de la iglesia con respecto a la píldora del día después, pues la gente se acostumbra a ciertas cosas y le hablé de una lluvia de abortos. También necesitaba saber como hacer para no tener deseos carnales y preguntar sobre el silicio. Pero obviamente el individuo estaba ya muy alterado. Traté de calmarlo, le pedí disculpas y él me extendió la mano de una manera violenta, le di la mano y salí de la catedral. Este lugar apesta, le grité, póngase a trapear por el amor de Dios. Venga y hágalo usted, me dijo. No, usted debe ganarse el cielo, pues jodiendo quién sabe, ayúdenos a respirar tranquilos por la gran puta.

Un día intenté leer un libro en una biblioteca cristiana y me sucedió algo parecido. Los cristianos sí joden, verdad de Dios que sí.

viernes, 6 de marzo de 2009

Herejías y otras hierbas

Hernán Antonio Bermúdez


“Los niveles insoportables de alienación y fanatismo que había adquirido la sociedad en los últimos tiempos”.
(Capítulo 1)


El eje de la narrativa hondureña parece haberse desplazado a la costa Norte. Tras la reciente publicación del excelente libro de relatos Las virtudes de Onán (2007) de Mario Gallardo, surge ahora la novela Ficción hereje para lectores castos de Giovanni Rodríguez, de apenas 29 años de edad, y conocido como el audaz editor de mimalapalabra. En ambos libros San Pedro Sula, fenicia y violenta, refulge en el trasfondo, y su influjo se extiende a “los campos bananeros cercanos a la ciudad”.

Pero en esta ocasión no se trata de una novela bananera, ni mucho menos. Lejos de ello, y al igual que Gallardo, Rodríguez evita minuciosamente los nefandos ejercicios de realismo mágico (o, peor aún, de realismo socialista), cuya pobrísima floración en nuestra literatura no ha dado más que textos insípidos y obras de contextura cadavérica.

Si bien el narrador de Ficción hereje para lectores castos afirma que se trata de una “…pequeña historia para retratar a la sociedad ultra conservadora, mojigata y corrupta que tenemos en este país profundo”, aquí no hay lugar para el panfleto político ni para el regodeo testimonial. Se está en presencia de una novela imaginativa, plena de invención verbal y desenfadada, que impresiona por su ambición sin antecedentes dentro de la literatura hondureña: atreverse a criticar, en son de broma –en plan de juego-, a la religión (esa rama de la literatura fantástica, según Borges) y, más específicamente, a los pastores de las sectas religiosas.

Pero a la par de su vena lúdica y agnóstica, esta opera prima de Giovanni Rodríguez como narrador (si bien había publicado antes dos libros de poesía: Morir todavía -2005- y Las horas bajas -2007-), traza una semblanza generacional de cierta juventud pensante de la costa Norte del país. Para ello se vale de los cuatro jóvenes integrantes del grupo denominado “Los Herejes”, cuya rebeldía iconoclasta les lleva a cuestionar al mundo tal cual es: ven por todas partes males a corregir y entuertos por enderezar y, como es natural, pretenden modelar la sociedad según sus propios ideales.

“Los Herejes” nadan contra la corriente de las convenciones, juegan heréticamente con los fundamentos de la fe religiosa, critican y se burlan de las impregnaciones de ésta en el tejido social hasta que deciden “pasar a los hechos”, a la hechicera praxis, habida cuenta de que la misma echa mano de medios materiales cuando ya no basta la mera convicción ni la teoría pura.

Para ello, tras varios episodios de provocación y escándalo, intentan secuestrar al verborrágico Satanael Aguilar, pastor de una iglesia evangélica, denominado el “apóstol” por sus feligreses, alrededor del cual gravita un clima de veneración santurrona e insulsa. Proyecto de secuestro que no busca intereses económicos sino apenas darle un escarmiento al mercantilizado “embaucador de almas”.

Pero es más, Ficción hereje para lectores castos no sólo enfoca las arremetidas de esta banda de soñadores contra uno de los bastiones del orden moral sino que teje tramas de variada suculencia al detenerse en las relaciones amorosas de estos “buenos muchachos” (primer titulo tentativo de la novela), y explorar los pliegues del sexo y del amor o, mejor, abundar en su “educación sentimental” y sexual.

En efecto, los heréticos Wilmerio, Simón, Ricardo y Alfredo son objeto de asedio por parte de las mujeres, incluso, como Simón, desde temprana edad. Son ellas quienes toman siempre la iniciativa en los escarceos eróticos, y los muchachos no hacen sino reaccionar frente a los avances amatorios del sexo femenino. El caso más extremo es el de Gladisita, quien no sólo inicia a un Simón de ocho años en los “juegos de manos” y de boca sino que, luego, cuando éste es ya quinceañero (y ella de diecinueve), lo reencuentra y arrincona cual “cazadora” con su “presa”, y hacen “el amor como Dios manda”.

El autor le dedica un capítulo a cada uno de los integrantes de “Los Herejes”, y establece un delicado equilibrio (o contrapunto) entre el grupo y sus miembros, sin desmedro de ninguno. Por medio de un sistema diríase de “muñecas rusas”, la novela pasa del cuarteto (del ente colectivo) a indagar en la biografía de cada uno de sus componentes. De un bosquejo generacional, de la camada, se pasa a una suerte de confesión existencial en el plano individual.

Cada uno de ellos, Wilmerio, Simón, Ricardo y Alfredo, posee sus propias motivaciones para militar en la banda, en una mezcla de convicción afiebrada y auto-ironía que desarrollan en sus papeles de jóvenes letrados e intrépidos.

El narrador a lo largo del relato es, según se dice, un joven que observa y le sigue los pasos a “Los Herejes”, como un detective que, además, intenta interpretar sus vidas. Así, incluso le informa al lector sobre las lecturas del cuarteto, y nos enteramos, por ejemplo, que en la lista de literatura erótica a la que es aficionado Simón, se incluye Las virtudes de Onán, en un guiño de complicidad con Mario Gallardo.

A propósito de éste, hay que decir que así como en ese libro (y más concretamente en el relato “Noche de samba bárbara”), rescata como protagonista a Heimito Kunst, personaje de Los detectives salvajes, la novela canónica de Roberto Bolaño, y le infunde una prórroga de vida (aunque fugaz) en Honduras, Giovanni Rodríguez también registra en su radar a Heimito a su paso por Copán Ruinas (aunque sin mencionar al austriaco por su nombre), y hace que sus herejes, en desbandada tras el secuestro frustrado de Satanael Aguilar, se topen con él en medio de una nube de marihuana. Extrapolación de otra extrapolación literaria (léase “rizar el rizo”).

Y es que al final de Ficción hereje… hay un Flash back (post-scriptum) que actualiza al lector sobre las correrías del cuarteto, una vez fracasado el plagio del “apóstol”. Pues, como cabe esperar, los confabulados huyen de San Pedro Sula, ciudad que, ya se vio, actúa a manera de escenario, por momentos gracioso, de la despreocupación e irreverencia de estos jóvenes cuyas lecturas y cultura literaria no les exime de una cierta ingenuidad en “esta periferia del mundo”. Inocencia salvaje que les hace incluso asombrarse de que su intento de secuestro al pastor pueda ser visto como un delito por parte de la policía, y no como una simple picardía o travesura anarquista de los “días de una juventud enfebrecida en la que todavía pensaba que podía ayudar a cambiar el mundo con mis acciones”.

Este tono más maduro del post-scriptum, que ve retrospectivamente las andanzas de los protagonistas, es una “vuelta de tuerca” donde el narrador confiesa, al final, que él es uno de los miembros del errático cuarteto y se comunicó con Giovanni Rodríguez para que éste organizara el material narrativo y lo publicara bajo el sello editorial mimalapalabra.

Así como en ese ejercicio intertextual de desdoblamiento autoral, Ficción hereje… se mantiene, en todo momento, ligera, graciosa, con un humor socarrón. Incluso los pasajes más dramáticos o reflexivos están matizados por bromas o sarcasmos brutales y directos.

Con esta novela, Rodríguez airea y revitaliza el lenguaje novelístico de Honduras, maneja con desenvoltura una forma inédita de narrar y, de esta manera, se incorpora a las corrientes literarias más vitales y renovadoras de la actualidad. Todo lo cual hay que celebrar y, a la vez, esperar que el dúo Rodríguez-Gallardo pronto se transforme en un cuarteto de “sampedranía”* o, como diría el “apóstol” Satanael en términos típicamente retumbantes, en los “jinetes del apocalipsis” narrativo en “este país tercermundista con nombre de abismo”.

El arte siempre depende de un principio de “selección natural”: la sobrevivencia de los más aptos en el plano creativo. Estoy seguro de que Giovanni Rodríguez, por su habilidad expresiva, estará al frente de esa desbocada cabalgata.


* Los demás miembros bien podrían ser Gustavo Campos, cuya novela corta Los inacabados ganó uno de los premios del Certamen literario 2006 “Premio Hibueras”, y Carlos Rodríguez, que ha publicado algunos de sus textos en mimalapalabra.
Quito, 22 de mayo del 2008.

jueves, 5 de marzo de 2009

Prólogo

No nos corresponde, amable lector, a vos y a mí juzgar por cierto lo que en las sucesivas páginas quedará referido acerca de la historia común de los cuatro personajes que en ella intervienen. Nos es lícito, sin embargo, con la libertad que nos ha sido heredada, observar, ya sea con discreción, con espanto o con algo de gozo, el curso de estos curiosos acontecimientos.

Se trata pues del recorrido por una parte de la vida (ficticia o real) de cuatro jóvenes: Wilmerio, Ricardo, Simón y Alfredo, primeramente observado y consignado por otro desocupado muchacho, cuya identidad aún desconozco, en las innumerables cuartillas que llegaron a mi nombre, dentro de un sobre sin remitente, a la oficina regional de la Secretaría de Cultura en la que por aquellos días de principios de 2006 yo trabajaba como promotor cultural.

Mi trabajo como editor, modestísimo comparado con el de nuestro escritor, apenas alcanzó para clasificar y pretender un orden en las páginas de las que hablo, puesto que en el sobre en que se encontraban no había estipulada ninguna disposición para este caso, salvo una breve nota en la que el autor me cedía la potestad de manejar a mi antojo los papeles y la información (o la ficción) contenida en ellos, así como los respectivos derechos para una eventual publicación en la editorial de la Secretaría.

Algunos episodios de la historia original fueron descartados para esta edición, ya que, o estaban incompletos en su redacción o no contribuían en absoluto al corpus de la novela (permítaseme llamar al texto de esta manera).

Cabe mencionar que luego de leer las cuartillas por primera vez y antes de emprender la labor de edición, me propuse investigar hasta qué punto los nombres y los acontecimientos podrían corresponder a la realidad, pero después de sondeos por aquí y por allá, los resultados, para bien o para mal, según se vea, fueron infructuosos. Nadie recuerda a cuatro muchachos que por esta periferia del mundo alguna vez hayan incurrido en actividades propias o al menos vinculadas al concepto de la herejía. Por esta razón he desestimado la posibilidad de que los textos refieran un conocimiento histórico y he decidido publicarlos como “obra de ficción”, que es lo que son al fin y al cabo. Por lo tanto, apelando a la confianza de que en estos tiempos modernos la Inquisición sólo sea un oscuro recuerdo en la memoria de la humanidad, dejo en tus manos, carísimo lector, este libro al que, a falta de título original, he decidido bautizar Ficción hereje para lectores castos.

De aquí en adelante esta historia es tuya. Y recordá: cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.


El editor

Capítulo II

Donde se da cuenta de la primera aparición de Los Herejes en el templo del Señor


Por primera vez aparecieron ante los ojos de todos en la noche de los “Casos Imposibles”, pero ya antes se había instalado en cada uno de ellos la curiosidad por la práctica de la herejía.

Dos de ellos, Simón y Wilmerio, pasaron durante las primeras horas de la tarde de un jueves por ese inmenso establecimiento ubicado en la esquina opuesta al Museo de Antropología e Historia, cuya pared frontal anuncia pomposamente con letras rojas el rubro y el nombre de la institución: Iglesia Pare de sufrir, y más abajo, con la misma tipografía pero en un tamaño menos escandaloso, los siete días de la semana, cada uno con su respectivo horario y programa.

Era reciente la apertura del local porque los dos muchachos no se habían percatado antes de su existencia como centro de reuniones religiosas. Por eso se detuvieron, primero Simón y luego Wilmerio, para examinar el curioso itinerario semanal que debía funcionar como anzuelo para los futuros feligreses. “Lunes de Gozo”, “Martes de Oración”, “Miércoles de Causas Perdidas”, “Jueves de Unción”, “Viernes de Casos Imposibles”, “Sábado de Milagros”, “Domingo de Resurrección”, se leía en la pared. Al leer aquella información, Wilmerio recordó con cierta rara nostalgia los días en que era un niño y vivía en el pueblo, cuando enfrente de su casa el vecino, un viejo que dedicaba sus últimos años de vida a leer la biblia y tratar de “ganar almas para Cristo”, le dijo a uno de los muchos viejos que pasaban por ahí (porque el vecino se proponía únicamente “salvar” a los viejos, ya que eran ellos los más próximos a encontrar la muerte sin haber conocido a Dios) que Dios había creado los siete días de la semana con un objetivo diferente y que nosotros (todos) debíamos rendirle tributo toda la semana y no sólo los domingos, como muchos hacían. Eso es lo que al parecer hacen estos, se dijo Wilmerio al leer aquel itinerario en la pared.

Decidieron que esa noche harían su debut ante las casi trescientas personas que asistirían a presenciar “los milagros de Nuestro Salvador”. Llegaron al filo de la hora, para que nadie los recibiera antes de empezar la ceremonia, y se instalaron en los últimos asientos, próximos a la salida del establecimiento.

Una distracción momentánea les impidió enterarse de los primeros momentos de la reunión y de pronto, para sorpresa de ambos, escucharon cantar a toda la feligresía algo así como una canción de bienvenida, y antes que pudieran deducir qué era lo que sucedía, todos se acercaron a abrazarlos, en lo que representaba su bienvenida oficial al santo reino de Dios en la tierra.

Esta sorpresa no impediría, sin embargo, que se llevaran a cabo los planes que tan diligentes muchachos habían trazado con suficiente antelación; así que a los primeros abrazos recibidos Simón, como estaba convenido, empezó a mostrar los ojos desorbitados y la mandíbula desencajada, al tiempo que de su boca se desprendían, con inusual prestancia, pequeños chorros de saliva espumosa, mientras todo el cuerpo se convulsionaba en medio de aquella impresionada barahúnda de creyentes.

Wilmerio, mientras tanto, ayudaba a los demás a sostener a su amigo, y poco a poco se fue formando alrededor suyo y de los otros santos socorristas una enorme rueda de alarmados cristianos. Unos levantaban las manos al cielo (aunque debe dudarse que las imploraciones traspasasen el techo que los separaba), otros entonaban cánticos de súplica al Altísimo y los más se limitaban, mediante curiosas exclamaciones, a atribuir el lamentable episodio al mismísimo Diablo, creador de todos los males existentes en el mundo.

De repente Simón dejó de convulsionarse y así, absolutamente quieto, se mantuvo durante unos cuantos segundos de gran expectación, hasta que, para nueva sorpresa de todos, levantó su mano derecha señalando un punto indeterminado en una de las partes altas del cielo raso. “¡El Diablo!”, dijo Simón, y todos dirigieron sus miradas horrorizadas hacia donde la mano señalaba. “¡El Diablo!”, repetía Simón, y ahora las cristianas miradas se dirigían a cualquier parte, hasta que el pastor de la iglesia, para quien al parecer la situación se estaba saliendo del límite de la jurisdicción de sus milagros, optó por encajarle una épica y nada cristiana cachetada en la mejilla izquierda. De inmediato Simón se calló, mientras Wilmerio lo miraba atónito, como si también él estuviera creyendo el teatro de su amigo. Pero esto no pararía con ese repentino momento de lucidez del pastor. Faltaba aún ver a Simón levantarse, dedicar una mirada extraña al pastor y a toda la feligresía y exclamar, en medio de un silencio mortuorio, “¡Milagro!”, “¡milagro!”, “¡milagro!”. Y así, Simón repetía y confirmaba el milagro del pastor mientras éste empezaba a sonreírle a él, a Wilmerio, a sus fieles, a Dios, y a recibir las felicitaciones de todos, momento que Simón habría de aprovechar para soltarle un sólido puñetazo en su frente y tumbarlo ahí, en el centro de aquel establecimiento destinado a la adoración del Divino Creador del Universo, para salir luego corriendo al tiempo que repetía la ya asumida verdad: “¡Milagro!”, “¡milagro!”, “¡milagro!”.